Como pequeñas estrellas, grandes principios


 Las estrellas no están en venta. Las fotografiamos, intentamos bajarlas y en momentos especiales hasta hacemos canciones con ellas, pero no están en venta. Juntas forman constelaciones, tienen luz propia y verdaderamente son hermosas. A simple vista parecen ser tan pequeñas como granos de sal que brillan sobre la gran expansión del cielo, no obstante pueden llegar a medir hasta cien veces más grandes que el diámetro de la tierra. Lo que indica que aún aquello que parece ser pequeño podría ser más grande en profundidad de lo que uno se puede imaginar, por tal razón uno nunca debe ignorar, menospreciar o dejar de tomar en cuenta aún aquellos detalles que nos podrían cambiar la vida con el paso del tiempo. Así que, te comparto los tres “nuncas”, que nunca debes olvidar.
Primero, nunca minimices los cambios que hagas para mejorar tu salud física, emocional, financiera y hasta espiritual. Aunque los cambios que hagas sean muy pequeños nunca los  hagas menos porque a la larga podrían causar un efecto maravilloso. Tal es el caso de el efecto mariposa -término acuñado por Edward Lorenz, meteorólogo y matemático dedicado al estudio de la predicción del clima- quien determinó que una alteración inicial en la atmósfera -por muy pequeña que sea- puede producir grandes cambios climatológicos. Entonces, cada cambio que tú hagas para mejorar tu vida siempre es bueno, aún y cuando este sea muy pequeño. Recuerda que Dios bendice también los pequeños esfuerzos. 

Segundo, nunca menosprecies las cosas que tengas a la mano. Cuando empiezas un proyecto es posible que no cuentes con muchos recursos para llevarlo a cabo, sin embargo nunca debes desestimar tus poseciones. Haz lo mejor que puedas con todo lo que tengas y se perseverante. Uno nunca sabe lo que pueda pasar cuando te enfocas en lo que sí tienes y dejas de preocuparte por lo que no tienes. Dones, talentos, cualidades, virtudes, habilidades, conocimientos, recursos materiales, amigos, familiares y hasta mascotas son de gran apoyo para alcanzar ciertas metas.

Tercero, nunca restes importancia a tus ideas, y jamás llames «guajiros» a tus sueños. Además, no te cuesta nada soñar y no te cobran por idear; como dice un proverbio alemán -las ideas están exentas de impuestos-. Estoy seguro de que César Faz nunca se imaginó ser campeón de Williamsport, y mucho menos con un equipo regiomontano; sin embargo fue animado con la idea de reclutar jugadores para llevarlos a participar en la serie mundial de 1957. A pesar de los problemas raciales, idioma, escasos recursos financieros, visas y la poca experiencia profesional, aquellos muchachos regresaron a la ciudad de Monterrey con el título de campeones de Williamsport, Pensilvania, luego de un juego perfecto tirado por Ángel Macías –un niño de doce años- convirtiéndose en la estrella del equipo. 

Por cierto, cincuenta y nueve años después, José Maiz García -quien también fuera uno de estos pequeños gigantes campeones- ahora es propietario de Los Sultanes de Monterrey, equipo representativo de dicha ciudad. Así que como verás, no hay nada pequeño que no pueda llegar a ser grande, y no hay nada tan grande que primero tenga que ser pequeño. Ver San Mateo 18:3 Ver. DHH. 

Miguel Cortez

macortez1@live.com

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